Por Marco Gómez
Existe una frase cliché que es protagonista en el argot de los periodistas deportivos, quien casi siempre buscan quedar bien con todo el mundo, más allá de los verdaderos deseos de sus corazones. Esa frase es: “que gane el mejor” o, en su defecto, “ojalá gane el que mejor juegue”. Dos formas, mismo sentido.
Así mismo, existen hinchas cuyo estado anímico fluctúa en función no solo de lo que logre su equipo, sino de cómo lo hace. Otros, por su parte, no le prestan mucha atención a eso. Lo que sí es verdad es que un club que busque ganar en el fútbol, basándose en reducir las opciones de sus rivales a través de la tenencia, se supone que debería estar más cerca de lograr sus objetivos.
Sin embargo, el fútbol es caprichoso y el destino no se queda atrás. Muchas son las historias de equipos que hacen de todo y juegan muy bien, pero al final de las temporadas se quedan con las manos vacías y no lograr sumar elementos que les permitan decorar sus vitrinas, algo que finalmente es lo más “importante”.
Ese es el gran temor de todo el entorno de Millonarios, equipo que reduce a los rivales que se atraviesan en su camino, en gran parte por el sistema de juego que ha logrado implementar Alberto Gamero en casi 4 años liderando este proceso, pero que, hasta el día de hoy, solo suma un título de Copa Colombia.
En la noche de este jueves, el ‘Embajador’ logró dar una gran muestra de fútbol en la cancha de un contrincante habido de pergaminos como lo es el caso de Peñarol. Pero, el elenco capitalino se sobrepuso con pura calidad ante toda esa historia y ahora lidera su grupo de la Copa Sudamericana con puntaje perfecto y con su valla invicta en dos salidas, permitiéndose ilusionar para lograr grandes cosas en esta edición.
29/10/2024
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