Por Marco Gómez
El legendario exjugador samario, Carlos Valderrama, es conocido por su profundo amor por el Junior de Barranquilla. Desde su infancia, cuando comenzó a formarse en las selecciones del Magdalena, soñaba con la oportunidad de jugar en "el equipo grande de la Costa", como él mismo lo describe. No solo logró cumplir ese sueño, sino que también se convirtió en una figura emblemática del club, dejando una huella imborrable en su historia.
El ‘Pibe’, como es cariñosamente conocido, ha manifestado su afecto tanto por el Junior como por el Unión Magdalena, el equipo en el que debutó como profesional. A lo largo de su carrera, Valderrama pasó por varios equipos importantes del fútbol colombiano, pero su tiempo en el Junior dejó una marca indeleble.
En 1992, Valderrama se unió al Independiente Medellín después de su paso por el Real Valladolid. Durante ese semestre, bajo la dirección de Julio Comesaña, destacó como el jugador más sobresaliente del equipo, a pesar de que no lograron clasificar a las finales.
Al año siguiente, en 1993, el propietario del Junior de Barranquilla, Fuad Char, adquirió el pase de Carlos Valderrama por 1,2 millones de euros, así como a otros jugadores experimentados como Miguel 'Niche' Guerrero e Iván René Valenciano. Con Comesaña como entrenador, el Junior conformó un equipo sumamente competitivo en busca del título de la temporada.
La formidable plantilla del Junior logró conquistar dos títulos de liga para el 'Tiburón', dejando una huella imborrable en la historia del club. Además, el equipo se ganó el reconocimiento de todo el continente al llegar a las semifinales de la Copa Libertadores de 1995, donde enfrentaron al Vélez Sarsfield de José Luis Chilavert en una emocionante batalla futbolística que terminó en la tanda de penaltis.
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