El mismo Alberto Gamero fue quien se puso la soga al cuello

Se habla mucho hoy en el fútbol de respetar los procesos y se condenan o señalan a aquellos equipos que no lo hacen y vuelven su banquillo una pasarela de entrenadores. Así como por sus instalaciones desfilan jugadores semestre tras semestre, los cuales salen de un equipo por “malos” y llegan a otro por “buenos” refuerzos.

Millonarios, a pesar de solo haber conseguido un solo título, el de Copa Colombia ante Junior de Barranquilla, en los tres años que lleva Alberto Gamero como director técnico, nunca ha puesto en duda la continuidad del estratega samario. De hecho, hace unas semanas se manifestó el interés de seguir contando con sus servicios.

Y esto se debe a que, si bien no se han llenado las vitrinas con este proceso, el equipo ha logrado crear una identidad de fútbol por la cual es conocido en todo el país y genera cierta clase de respeto. Creería uno que eso es lo que sostiene al samario, además del buen trabajo que realiza con la promoción de jugadores de las inferiores. Algo que realmente llena a los directivos.

Sin embargo, ¿qué pasa cuando no hay ni lo uno ni lo otro?, ¿qué pasa si el conjunto capitalino no solo no queda campeón, sino que tampoco es capaz de jugar bien? Va a llegar un momento el que los hinchas se aburran de limitarse a celebrar posesiones, cantidad de puntos obtenidos o tiempo de juego efectivo.

¿Qué pasará cuando toque ser visitante en la Sudamericana?

El estratega alegó que, en el empate del miércoles por 1-1, “Deportes Tolima nos obligó a meternos atrás, pero fue un partido de ida y vuelta; por lo que fue el contexto, creo que el empate fue justo para los dos”. Si esto pasó con el conjunto ‘pijao’, que es un buen equipo, pero no el mejor ni siquiera de Colombia; ¿qué pasará cuando toque visitar a Peñarol, América MG y Defensa y Justicia en la Copa Sudamericana?